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Viviendas de consumo casi cero

Son viviendas que apenas consumen energía. Las convencionales no están preparadas para soportar las altas temperaturas de verano mientras que en invierno se enfrían con facilidad. Aunque nos parezcan hogares futuristas será el estándar constructivo que se imponga en apenas cuatro años: son los llamados EECN (Edificios de Consumo de Energía Casi Nulo, Net Zero Energy Building). En realidad las verdaderas casas inteligentes serán las que apenas gasten. Las exigencias de la UE para 2020 (reducir un 20% el consumo de energía de los edificios, minimizar un 20% sus emisiones de CO2 y potenciar las renovables hasta aportar un 20% de la energía) han obligado a introducir cambios importantes en el sector de la construcción. De hecho, el consumo de los edificios representa el 20% de la energía total, casi tanto como el sector industrial, según datos del IDAE. La Directiva Europea 2010/31 establece que en 2020 todos los edificios de nueva construcción tendrán que ser de consumo de energía cero, es decir, construidos de tal manera que no necesiten aporte energético o, si lo necesitan, debe proceder de fuentes renovables. Un objetivo que se adelanta en el caso de la construcción pública a partir del 2018, lo que se consigue construyendo el inmueble en la orientación adecuada, y con un diseño, materiales y sistemas que puedan cubrir todas las necesidades energéticas del inmueble de forma pasiva. Con ello se consigue reducir el consumo de calefacción entre un 80% y un 90% respecto a una vivienda convencional. 

Lo cierto es que todavía no hay un marco definido a nivel estatal de lo que significa una vivienda de consumo casi nulo, es decir, cada país comunitario debe regularlo. Al amparo de esta normativa han surgido diferentes certificados de calidad, la mayoría de organismos europeos. En Pamplona sólo hay un ejemplo de vivienda terminada con criterios EECN, en Erripagaña (diseño de Tabuenca y Saralegui), y otro en construcción en Lezkairu. Las viviendas ya construidas también pueden rehabilitarse siguiendo estos parámetros, actuando sobre el aislamiento de las paredes y la estanqueidad de los huecos de las ventanas. 

En Alemania, Suiza, Austria y los países escandinavos existen miles de viviendas pasivas que cuentan con el certificado Passivhaus, mientras que en nuestro país apenas se cuentan una decena de casas certificadas. Estas casas pasivas tienen una demanda de calefacción y refrigeración inferior a 15 kWh por m2, frente a los 100 kwh de una vivienda convencional, lo que se traduce en un importante ahorro en las facturas de gas y electricidad. 

El bloque de Lezkairu, diseñado por Germán Velázquez, de VArquitectos, ha apostado por este exigente estándar alemán para su certificación. De hecho, será el primer bloque plurifamiliar certificado por el Passive House Institute en España, y las viviendas serán nZEB, o de consumo casi nulo. Se trata de un estándar muy exigente de eficiencia energética (parte de un instituto alemán de iniciativa privada) y de hecho puede llegar a ahorrar hasta un 80% de energía. No es el único sello de casa “pasiva”. 

En España todavía no se ha concretado qué es un EECN o nZEB sin embargo se encuentran diferentes ejemplos de edificios con unas características y sistemas que le permiten necesitar poca energía para funcionar. Los principios son: arquitectura bioclimática (diseño teniendo en cuenta condiciones climatológicas, orientación, aprovechamiento de luz solar y uso de materiales sostenibles), sostenibilidad ambiental (construcción con el menor impacto ambiental posible), elementos constructivos que combinan aislamiento, estanqueidad y ventilación para asegurar el llamado “confort térmico”, la integración de renovables, así como el uso de sistemas eficientes como la aerotermia (energía del aire). 

ENERGÍA Y MEDIO AMBIENTE Tal y como señala el arquitecto Manuel Enríquez, el ahorro energético se mide, primero, a través de los consumos (de todo tipo, calefacción, luz, refrigeración...) y, en segundo lugar, de la demanda energética que tiene el propio edificio. Existen certificaciones energéticas que acreditan este modelo de casa pasivacomo el Passivhaus o Minergie (suizo). Otra “tercera vía” en este modelo sostenible que, además de tener en cuenta criterios energéticos, incorpora otros medioambientales vinculados a “conceptos como la bioconstrucción y la aplicación de materiales no contaminantes”. Se trata del sello LEED, BREEAM, Verde o Ecodiseño (lo desarrolla AENOR y participan administración, fabricantes, consumidores...). En el caso de las nuevas viviendas diseñadas en Mugartea por ByE arquitectos, combinan criterios Passiv-haus con el sello Ecodiseño (pinturas sin disolventes, fachadas transpirables...). “El problema del Passivhaus es que está más enfocado a climas como el alemán y tiene que ver más con la estanqueidad del edificio. Son bloques-termo aunque tienen criterios muy interesantes”, abundan. Enríquez, miembro de la Asociación de Arquitectura Sostenible, destaca que todos estos sellos son complementarios a los ya conocidos como certificados energéticos (obligatorios desde 2013 y que dependen de Industria). Los certificados energéticos vienen recogidos en el Real Decreto 235/2013 -emana de la misma directiva europea de 2010-, tienen que ver con la emisión de CO2 y la A es la certificación más alta. La diferencia de gasto entre un inmueble de calificación G y uno igual pero A asciende a 2.300 euros al año. También hay que cumplir el Código Técnico de la Edificación (2013, última actualización que incorpora también el tema energético a otros aspectos como seguridad o habitabilidad), dependiente de Fomento. Todo va de la mano, construcción, energía, sostenibilidad... En definitiva, casas para invertir en el futuro. La crisis ha hecho madurar al sector, obligado por Europa y por la necesidad de ofrecer un producto mejor, más duradero y sano. Nuestra segunda piel.

 

Fuente: Noticias de Navarra

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